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CENTRO Y CONTORNO

CONSIDERACIONES PATERNALES

SER PADRE

Ser padre, salir de mí para exteriorizarme en mi hijo, mis acciones, mi forma de ser, mis palabras, mis expresiones, mis reacciones dejan de pertenecerme, ahora hay un niño que me observa, que me imita, que me oye, que me estudia, que me refleja, ahora todo lo que hago lo hago más allá de mí, el niño es ahora mi segundo yo, al cual tengo que aprender a dar formar, a alimentar, a darle seguridad, a escuchar, ha llegado a mí y me ha ampliado, ha desplazado mi centro y me ha hecho tener una nueva gravedad en la cual orbito continuamente. 

Ser padre, esa responsabilidad que empieza con cada nuevo día, que nunca termina, que te obliga a superar egoísmos, a vencer miedos, a revivir antiguos recuerdos, a superar barreras y retos, que te enseña una nueva forma de mirar, de hablar, de pensar, que te hace reordenar tus tiempos, tus prioridades, tus sueños, esa responsabilidad que te hace madurar en las decisiones, ya no son sólo para mí y las consecuencias de ellas tampoco. 

Ser padre, dotar a mi vida de nuevas experiencias, crearlas para que mi hijo pueda participar en ellas, enseñarle los valores de la vida, hacer que nunca le falte una sonrisa en sus días, proporcionarle apoyos y ánimos para que un día consiga dárselos a sí mismo, más que enseñarle las cosas darle herramientas para que él mismo las descubra, acrecentar su imaginación y curiosidad, enseñarle a estar solo o lo que es lo mismo, enseñarle a descubrir su compañía y a sentirla. 

Ser padre, vencer a mis instintos, aprender a tranquilizarme, no reaccionar a primeras sin control, cuidar mis respuestas, alteraciones, lenguaje, ser congruente entre lo que digo y lo que hago, actuar en un grado justo y en el momento adecuado, no querer que mi hijo crezca deprisa, vivir con él todas las etapas de la infancia, dejarle que se aburra, que pierda el tiempo, que espere, que aprenda a no depender continuamente del exterior y que exteriorice lo que tiene dentro de sí, enseñarle a vivir el momento y dejar el futuro para más adelante, sentir ser padre, eso es ahora lo importante.

LOS PRIMEROS AMIGOS

Me agrada que desde tan pequeño hayas tenido la vivencia de lo que es la amistad, la clase del colegio ha servido para unirte a unos cuantos niños y niñas que forman ya parte de tu círculo, poco a poco ese círculo se ha ido agrandando y a medida que pasaba el tiempo todos los que erais afines unos con otros os habéis acabado juntando, de eso se ha encargado la vida, de mantener a ese grupo, de que tengáis buenas experiencias y de crear las circunstancias para que podáis desarrollar vuestras habilidades sociales nos hemos encargado los padres. 

Pienso que la amistad es algo fundamental en la infancia, el que mi hijo sienta la cercanía de los que son como él, que desarrolle su personalidad, que juegue, que ría, que se enfade, que quiera, que odie, en fin, que sienta junto a esos niños y niñas es algo que se nota en su día a día, el que sean además compañeros de clase acrecienta esa experiencia, porque lo que viven en el aula sale a la calle y lo que viven en la calle entra en el aula, de ello da buena cuenta la profesora que ve cómo en estos críos hay un feeling especial y una unión que ella agradece por sus comportamientos y temperamentos. 

Tu madre y yo teníamos claro desde el principio que el colegio al que tenías que ir tenía que estar en el mismo sitio en el que vives, porque queríamos que tus futuros amigos saliesen de ahí para que luego pudierais seguir viviendo experiencias juntos, y continuar vuestras relaciones fuera del colegio, hay otros centros en las afueras con más reputación, más caros, donde dan más idiomas y tienen en teoría mejores profesores, pero no queremos eso para tu infancia, queremos ante todo y sobre todo que seas un niño el cual tenga sus amigos cerca, que viváis una continuidad, que no haya diferencia entre cómo os relacionáis dentro y fuera del colegio, que esos dos mundos sean complementarios y cercanos.

Para buscar esa cercanía no sólo hace falta la relación entre los niños, también es necesaria la relación entre los padres, con el paso de ese tiempo también nos hemos ido acercando, y también ha ido naciendo en nosotros una relación muy especial fruto de veros juntos y de coincidir en lugares comunes. Al final todos los padres que formamos este grupo hemos acabado siendo partícipes en la educación y en el desarrollo de nuestros hijos, cada uno aportamos lo que tenemos. Padres y madres compartimos y participamos con nuestros hijos en sus juegos, hablamos con ellos, hacemos viajes y sobre todo les llevamos juntos a que conozcan la naturaleza, que aprendan a convivir con ella, cualquier padre puede corregir a cualquier niño si ve que hace algo incorrecto, quedamos juntos a comer o a cenar en nuestras casas para que los niños jueguen juntos en sus cuartos y compartan ese lugar mágico y especial que han creado, en definitiva les estamos dando sus historias, sus experiencias, sus recuerdos, sus vidas y todo ello de la mejor forma que conozco: entre amigos.

 

EL LLANTO

La primera vez que lloraste hijo fue nada más nacer, aún sin ver ya notaste que algo extraño sucedía a tu alrededor, me imagino que nacer no es fácil, de estar tranquilo flotando dentro del líquido amniótico, de estar acostumbrado a una temperatura, a una presión, a un espacio, de repente todo cambia, de repente la vida te obliga a hacer tu primer esfuerzo y tu respuesta ante esta obligación es el llanto, es tu primera forma de expresarte, de desahogarte, de quejarte por el cambio producido. La naturaleza hace bien su trabajo y este primer lloro provoca en mí y en tu madre un sentimiento de protección, oír cómo llora por primera vez un bebé es realmente la primera experiencia que tenemos como padres y reaccionamos a tus lágrimas queriendo calmarte, abrazarte, protegerte. No sé si estos sentimientos hacen efecto a la hora de consolarte o cesas tu llanto simplemente por cansancio; de estar en paz dentro de tu madre pasas en pocos minutos a sentir tensión, a sentir la gravedad, la diferencia de temperatura, el tacto de las manos sobre tu piel, a sentir las voces sin disiparse, a sentir la luz en tus pupilas, demasiadas novedades para un cuerpo tan pequeño y sólo a través del llanto encuentras una vía de escape. 

La segunda vez que lloraste fue a los pocos minutos de tomar tu primera leche, el calostro inicial pone en funcionamiento tu aparato digestivo y de nuevo me imagino el malestar interno que debes sentir, tras saciarte viene la digestión, tarea que no debe ser fácil para tus órganos aún en formación, lloras y poco podemos hacer para calmarte, ante un dolor físico poco efecto hacen las caricias, los susurros o los balanceos, es tu primera toma de contacto con el dolor y hasta que no se relajen tus órganos no te calmarás; dolor físico, es lo que une a estos dos primeros llantos, dolores que variarán de intensidad según pasen los días y en función de ellos tendrás un llanto u otro. 

Con el paso del tiempo llorarás por diversas causas: llorarás por tener sueño, por tener hambre, por estar cansado, llorarás por las irritaciones, porque te despiertas, porque tienes frío o calor, porque te empiezan a salir los dientes, llorarás porque te aburres, porque te asustas, porque sientes la fiebre, llorarás porque sí y porque no y yo como padre tengo que aprender a convivir con ese llanto, tengo que aprender a tratarlo y a reaccionar en consecuencia. También tú vas a aprender a usarlo, te vas a fijar en cómo reacciono y empezarás a desarrollar con ello tus primeras habilidades, si acudo siempre rápido a atenderte te acostumbrarás a ello y aprenderás a usar el llanto como reclamo de atención, por eso tengo que aprender a no abusar de esa “rapidez”, aunque me cueste, tengo que dejarte también a veces a solas con él y que lo soportes, si no hay ningún indicio de que algo va mal, dejar que aprendas tú a tratarlo, que lo conozcas, que no te sea extraño. 

Al principio llorarás sin parar, es tu lenguaje, si no me presento delante de ti cuando lo “hables” más fuerte gritarás, y sólo pararás cuando acabes exhausto, lo harás una, dos, tres, diez… cien veces, pero mi intención es conseguir que el llanto no sea dueño de ti, enseñarte a llorar ha de ser una de mis primeras lecciones como padre: egoísmo, narcisismo, dependencia, caprichonería… consecuencias hijo de que te enseñe o no a tiempo esa lección.

 

PRIMER DÍA

Después de pesarte, medirte y acicalarte la enfermera te ha traído de vuelta a la habitación, vienes dormido, te miro y me hace gracia la posición que tienes, estás boca arriba con los brazos extendidos también hacia arriba y las manos contraídas y cerradas del todo, las piernas las tienes en forma de ancas de rana, esta posición va a ser tu predilecta a la hora de dormir durante muchos meses, con el paso del tiempo las piernas las irás estirando, pero lo de dormir con los brazos tumbados hacia arriba te va a durar bastante, siempre sonrío cuando te veo en esa posición. 

Me fijo y tienes los ojos untados en pomada, me dice el médico que es una pomada profiláctica para prevenir posibles infecciones en los mismos, como la conjuntivitis, la pomada no te la dan nada más nacer, han esperado un rato a ponértela, primero han preferido que hayas tenido un contacto total de nosotros, no sólo al ponerte piel con piel sobre el pecho de tu madre y acariciarte para que sintieras nuestro tacto y hablarte para que escucharas nuestra voz, también aunque sólo veas formas difuminadas para que vislumbraras por primera vez las caras borrosas de tus padres, por eso nos dejan pasar un rato contigo nada más nacer, para que tus cinco sentidos vayan despertando junto a nosotros.

 Al cabo de unas horas te despiertas, entreabres los ojos, tu pequeña lengua asoma por tu boca, tu madre te coge y te acaricia la cara, se dispone a darte por primera vez de mamar, se pone de lado y te acerca a su pecho, me fijo en ella, está nerviosa, le tiemblan las manos y unas gotas de sudor le asoman por la frente, qué emoción tan intensa debe de estar sintiendo, yo ahora mismo soy un mero espectador, quiero que este momento sea tuyo y de tu madre, simplemente me siento y contemplo la escena. Al principio te cuesta un poco encontrar el pezón, vas tanteando, tu nariz toca la aureola varias veces, sacudes la cabeza hacia delante y hacia atrás, unas gotas de leche empiezan a aparecer, de repente como si la olieses encaminas mejor tu boca y das con el pezón, te pegas a él y empiezas a succionar, sacudes de nuevo la cabeza hacia atrás y lo pierdes, de nuevo empiezas a tantear y golpeas nuevamente la aureola de tu madre con tu nariz, tu madre sonríe, te coge la cabeza y se posiciona poniéndote delante de tu boca el pezón, esta vez aguantas más y así nos quedamos los dos mirándote absortos como mamas por primera vez. 

Al cabo de un rato te vuelves a quedar dormido, cuando te despiertas miro - como así es - si has echado el meconio, ya que el médico nos advirtió que es mejor limpiarlo cuanto antes ya que si se endurece cuesta bastante limpiarlo y te puede provocar daño; el meconio, una palabra que no había oído en mi vida de repente toma importancia para mí. Te quito el pañal y una sustancia de color oscuro hace acto de presencia, es bastante densa, todo lo que has ido tragando en el líquido amniótico está ahí: el propio líquido, moco, bilis, células que se han desprendido de tu piel, secreciones de tu estómago e hígado… es tu primera defecación, te limpio y te seco con cuidado, este acto que tantas y tantas veces voy a repetir durante meses se ha iniciado. Te colocamos de nuevo en la cuna y te quedas dormido, tu madre y yo nos quedamos mirándote, algo que nunca me canso de hacer aunque vayan pasando los años.

 

LA INDIVIDUALIDAD

Estoy acostumbrado a mirar al niño desde arriba y que él me mire desde abajo, a pensar que lo que yo pienso, lo que siento, lo que reacciono es lo que debería ser, se lo inculco, se lo transmito, pero no debo de perder nunca de vista su individualidad, su esencia, todos los niños tienen la suya, mi deber como padre es encontrarla, encaminarla y desarrollarla. 

No quiero que mi hijo sea lo que yo soy, quiero que sea lo que él es, yo debo ser simplemente un instrumento para que se encuentre a sí mismo, debo mostrarle todas las opciones, todas las emociones, todas las sensaciones y ver en cuál se encuentra más cómodo, ver en cuál su personalidad se desarrolla más plenamente. No entiendo a la educación como una doma, no quiero a una mascota, quiero a un ser libre que aprenda a moverse por el mundo; desde pequeño tengo que inculcarle este propósito. 

¿Me enervo cuando me contesta, cuando me desobedece, cuando hace lo que quiere?, es simplemente un instinto determinado el que hace su aparición en un determinado momento, un instinto que dice aquí estoy yo y quiero mostrarme, un instinto que me dice “¿sabes lo que es estar constantemente oyendo a los adultos, obedecerlos, acatar sus órdenes, seguirlos continuamente allí donde van?, en algún momento tengo que aparecer, en algún momento tengo que romper estas cadenas y empezar a ser”, es entonces cuando hace su aparición la rebeldía del niño, las primeras individualidades del niño. 

Para mí es un momento crucial, porque por vez primera el niño se está empezando a dar, ya no le basta con recibir, tiene que empezar a experimentarse, y eso también significa que tiene que empezar a descubrir su personalidad, con acciones y reacciones, con causas y efectos, con aciertos y errores, su individualidad se ha de formar de eso y yo tengo que aprender a ser un guía para cuando esa individualidad me necesite, y no sólo un guía de los que acompañan en el camino sino también un guía de los que muestran las señales.

NACIMIENTO

Eran las cinco de la mañana cuando ya quedaban pocos minutos para que llegases a este mundo, tu madre y yo llevábamos unas seis horas en el hospital esperando ya impacientes que se acelerasen las contracciones para verte nacer; me veo sentado en un banco al lado de tus abuelos maternos, nos damos ánimos, la enfermera entra y sale ya cada poco tiempo de la habitación, se acerca el momento. Por la puerta entreabierta veo como llevan a la camilla, a tu madre y a ti a una sala continua, escucho como una de las enfermeras dice que vaya entrando el padre, que va a ser rápido, abro la puerta y me siento en una silla pero acto seguido escucho gritar a la matrona ¡que venga el padre, que se lo pierde! Entro en la sala continua y veo a tu madre empujando a las órdenes de la matrona, me acerco a ella y le cojo la mano, me la aprieta fuerte mientras sigue el compás de las contracciones, se van acelerando a la par que tu madre va empujando con fuerza, no hace falta repetir mucho más la operación, veo a la matrona que junta sus manos con la intención de agarrarte, le dice a tu madre que empuje con fuerza una última vez mientras va echando los brazos hacia atrás y un pequeño cuerpo empieza a aparecer, todo pasa muy rápido, de repente ahí estás delante nuestro, la matrona pinza el cordón umbilical y lo corta, coge tu pequeño cuerpo y lo voltea, acto seguido empiezas a llorar, un llanto como nunca antes había escuchado en vivo, tu pulmones hacen su primera aparición pero aún no están acostumbrados a inhalar y a exhalar aire de seguido, te entrecortas, quieres gritar de seguido pero te sale un llanto atragantado, muy agudo que retumba por toda la habitación. 

 

Tu madre y yo nos miramos, la matrona te acerca y te pone junto al pecho de tu madre, al lado de su corazón, sigues llorando, la matrona te coloca una toalla encima y un gorrito en la cabeza para que no pierdas calor, tu madre pone su mano en tu espalda que la ocupa entera y poco a poco te vas calmando, respirando más pausadamente aunque con pequeños atragantos, me agacho para verte de cerca, me acerco a tus ojos, aún sin un color definido el gris predomina en tu iris, sé que no puedes verme, pero me quedo un rato mirándote a los ojos, una ligera sonrisa aparece en mi boca, me quedo mirándote tu nariz, tus pequeños labios, bajo hacia abajo y una manita se asoma por el lado de la toalla, apoyo mi dedo índice en ella, me llama la atención tu dedos largos y tus uñas ya formadas y largas, tapo tu mano con el pulgar y te acaricio, vuelvo la mirada a tus ojos ya limpios de lágrimas, nos quedamos un rato los dos clavados el uno en el otro, transmites mucha paz, ahora el que comienza a llorar soy yo, el corazón me palpita incontrolado desde hace un buen rato, pero poco a poco también se calma, la matrona nos deja a solas contigo un rato en la habitación, tu madre y yo te abrazamos, una nueva aventura ha comenzado para nosotros, realmente hoy ha habido tres nacimientos, tú como hijo y nosotros como padres.

 

VOLVER A SER NIÑO

¿Qué cualidades he de tener para ser un buen padre?, ¿cómo he de ser para desarrollar a mi hijo y que el día de mañana se convierta en un ser libre, independiente, con voluntad, fuerte, consciente? 

Ser padre significa tener muchas cualidades, cualidad de amigo, de psicólogo, de confidente, de maestro, de policía… pero sobre todo una fundamental y que desgraciadamente no la he tenido presente tanto como me gustaría, porque… ¿cómo voy a saber lo que quiere el niño, lo que necesita, lo que siente, lo que sufre, si yo mismo no me convierto en niño, si no vuelvo a tener la cualidad de un niño? 

Volver a ser niño, recuperar la inocencia, la capacidad de sorpresa, recuperar la ternura, la espontaneidad y por qué no, recuperar también un poco la locura. 

Estar al mismo nivel del niño para poder verlo en su totalidad y en su complejidad, volver a recuperar sus ojos, su risa, sus gestos, sus expresiones, sus miedos, sus deseos, volver a vivir mi infancia para poder comprender mejor la suya, adentrarme en su mundo. Mi propio hijo me enseña la forma de hacerlo, es un libro abierto, sólo hay que saber leerlo.

EL DIVORCIO

No hay nada peor para un niño que enfrentarse a situaciones para las que no está preparado, para las que no tiene ni experiencia suficiente para afrontarlas ni palabras dispuestas para comprenderlas, una de esas situaciones terribles sino la peor es el divorcio de sus padres. El divorcio de los padres es un fracaso único y exclusivo de los padres, nunca el niño se ha de sentir culpable por este hecho, él es una víctima, una víctima que sufre las consecuencias de la falta de control, de sinceridad, de comunicación, de lealtad, de fortaleza y sobre todo de amor que padecen sus padres. La excusa universal que ponen los padres que están a punto de separarse es que lo hacen por el bien del niño, de repente el niño se ha convertido en el nexo común para justificar la separación familiar, por el bien del niño se provoca un mal que lo dejará marcado para siempre. Pero en el fondo en un divorcio el que menos importa es el niño, los únicos que se importan son los padres, los únicos que siempre se han importado son los padres, el niño es simplemente una gota más que llena el vaso de improvisación, de precariedad, de ignorancia y de disimulo en los que los padres han estado bebiendo posiblemente desde que se conocieron.

 

 Los padres cuando comunican esta situación de separación al niño juegan con una baza a su favor y es que éste no puede responderlos ni puede reaccionar con la altura de miras que requiere esta experiencia, sólo se puede comportar como un niño y los padres piensan que con sólo dar argumentos de niño la criatura ya va a comprender, asimilar y perdonar lo que éstos le están proponiendo. 

 

Pero imaginémonos por un momento que el niño tiene ya los conocimientos, las vivencias y los sentimientos de esta experiencia aprendidos, imaginémonos lo que podría decir así ante una situación que hace añicos su inocencia, su infancia y su felicidad, imaginémonos cómo podría actuar si pasara de ser la parte pasiva a la parte activa de este suceso, podría ocurrir más o menos esto: 

 

- Hijo puedes venir un momento. 

- Dime papá. 

- Mira tu madre y yo queremos hablarte sobre una cosa muy importante. 

- Dime. 

- Hemos estado meditando mucho nuestra situación y hemos llegado a la conclusión de que lo mejor que podemos hacer es separarnos para no hacernos más daño ni a ti ni a nosotros. 

- ¿Qué? 

- Sé que es muy repentino, pero mira es la mejor solución, como ya has observado en más de una ocasión el ambiente en casa es insostenible, tu madre y yo discutimos muy a menudo y… 

- Pero sois mis padres, cómo que os vais a separar, es que no sois adultos, no habéis encontrado ninguna solución mejor para resolver vuestro problema. 

- No es tan sencillo como parece, en cuestiones de sentimientos las soluciones no son tan sencillas, solamente nos damos cuenta que cada día la tensión va a más y que por más que lo hemos intentado la cosa no va a mejor, nos hemos dado cuenta que simplemente tu madre y yo ya no nos queremos. 

- ¿Qué ya no os queréis?, ¿simplemente os habéis dado cuenta de que ya no os queréis?, pero qué creéis que el querer es algo de quita y pon, de ahora sí y luego no. 

- Escúchame hijo… 

- No escuchadme vosotros a mí, todo esto haberlo pensado antes de haberme tenido, cuando dos personas se juntan tienen que luchar para que sus vidas vayan a más y no a menos y todavía tienen que luchar más cuando aparece un tercero en el juego. Me decís que es lo mejor para todos, pero no es así, es lo peor para todos, ¿sabéis el terrible vacío al que me vais a someter a partir de ahora?, ¿sabéis que todo mi mundo de repente se resquebraja, que las personas a las que más quiero en este mundo de repente son las que más daño me están haciendo?, ¿por qué estáis convirtiendo mi amor en odio?, ¿por qué me vais a partir de ahora a obligar a elegir entre vosotros dos, por qué me tenéis que poner este peso encima? 

- Hijo. 

- Mamá 

- Hijo a veces en la vida no todo sale bien, no todo sale como queremos. 

- ¿No todo sale como queremos?, ¿pero qué es lo que queréis, esto, el romper mi familia? 

- Queremos que seas feliz. 

- No queréis que sea feliz, queréis ser felices vosotros, pero estáis hartos de vosotros mismos y eso hace que os canséis el uno del otro, por eso discutís tanto, por eso estáis a la defensiva, sois infelices, ¿pero pensáis que separándoos vais a encontrar la felicidad?, ¿pensáis que con otra persona, con otra vida, con otro lugar vais a encontrar la felicidad?, siempre va a haber problemas, siempre va a haber situaciones que superar, da igual con quien estéis, en donde estéis, donde viváis, la vida no os va dar nada, sois vosotros la que le dais a ella, en cuanto os cansáis de vosotros mismos ya no ocurre nada, ya no pasa nada, y entonces os aburrís, os hartáis y pensáis que la otra parte tiene la culpa, pero es vuestro aburrimiento y vuestro hartazgo de vosotros mismos los que tienen la culpa de esta situación. Tú lo pagas con papá y tú lo pagas con mamá, pero simplemente os usáis el uno al otro, sois un medio el uno con el otro en vez de ser un fin el uno para el otro, os habéis acostumbrado a convivir pero os habéis olvidado de vivir y eso afecta a vuestra convivencia… 

- A veces vivir cansa hijo, y lo que en un principio es una ilusión se puede convertir con el paso de los años en una monotonía, en una desilusión. 

- ¿Ilusión?, ¿monotonía?, ¿desilusión?, me hablas como si eso no los provocarais vosotros, como si eso os viniese de fuera, qué pasa, ¿no sabéis transformar la desilusión en ilusión, la monotonía en sorpresa, el aburrimiento en diversión, la repetición en novedad?, ¿no sabéis que si la llama no se alimenta se acaba apagando?, pero no se apaga porque se tiene que apagar, ¡se apaga porque no la alimentáis!

- Hijo, no se puede obligar a dos personas a que se quieran para siempre.

- Cuando dos personas se quieren nadie les puede obligar a nada, el problema es que no habéis aprendido a quereros a vosotros mismos, y así es imposible que queráis a nadie, así siempre vais a estar a merced de las circunstancias. Durante todo este tiempo os habéis estado engañando y con ello me habéis estado engañando a mí, os vais a separar y yo no puedo hacer nada para evitarlo, los caminos que no se deberían haber tomado acaban siempre sin salida, vosotros vais a seguir con vuestras vidas y yo tengo que pagar vuestras decisiones. ¿Sabéis cómo me afectará esto a partir de ahora?, ¿esperáis que sea un buen chico a partir de ahora? Querréis que no mienta a la gente pero no hay mayor mentira que la que yo he recibido, querréis que quiera a la gente pero no hay mayor desamor que el que me habéis dado, querréis que lleve un orden en mi vida y me la habéis desordenado, querréis que sea fuerte y me habéis doblado.

- Hijo lo sentimos.

- Sentir es lo que estoy haciendo yo ahora, siento que me obliguéis a odiaros, siento que me obliguéis a no perdonaros y siento por encima de todo que me obliguéis a decir lo que os voy a decir: “os prometo que en mi hijo enmendaré el haber sido yo hijo de vosotros”.



LOS ANTIPADRES

No me quiero parecer a vosotros, me refiero a los que sólo tenéis de padres las seis letras que conforman esta palabra, yo os llamo los antipadres, los dependientes, representáis todo lo que yo no quiero ser. 

Dependéis continuamente de terceros para que vuestros bebés sean cuidados, dependéis continuamente de terceros para llevar y recoger a vuestros niños del colegio, para que les den de comer en comedores, para que pasen las tardes en las extraescolares, para que os los den de cenar y os los duerman por las noches, todo el mundo educa a vuestros hijos menos vosotros mismos, todo el mundo pasa su tiempo con vuestros hijos menos vosotros mismos. 

Queréis inculcarles vuestros mismos hobbies para que vosotros mismos no perdáis esos hobbies, queréis llevar la misma vida que llevabais antes de ser “padres” haciendo que sea el niño el que cambie para amoldarse a vuestras necesidades, a vuestras tareas, a vuestras metas, tenéis tiempo para todo y para todos menos para vuestros hijos.

Los demás pagan y cobran vuestras inseguridades, vuestro egoísmo, vuestros miedos, traéis a este mundo a seres que desde el primer día están pasando de mano en mano, están oyendo cientos de voces distintas, viendo cientos de reacciones y actitudes distintas, lo que manda el padre lo contradice el abuelo, lo que enseña el profesor lo trastoca el cuidador, están continuamente viviendo en una contradicción, les estáis negando los más valioso para ellos en estos primeros años de vida.

No necesitan tantos juguetes con los que compráis su cariño, no necesitan estar siempre ocupados para que vosotros podáis estar más liberados, no necesitan limosnas de cariños y arrumacos con los que disfrazáis vuestro hartazgo, necesitan vuestra experiencia, necesitan vuestras miradas y sonrisas, necesitan vivencias con vosotros, en definitiva necesitan eso que tan rápido se pasa y que tanto se desperdicia: vuestra compañía.